El desarrollo o metodología agile (ágil) tiene como principal finalidad aumentar la productividad y eficiencia del equipo de trabajo en el campo de las tecnologías de la información. La más conocida entre ellas es la metodología scrum.


Esta metodología se ha adaptado y aplicado a diferentes áreas, como el desarrollo web o el marketing.


Por un lado, encontramos que, normalmente, el desarrollo de software no sigue unas pautas fijas e invariables, por lo que hace falta un enfoque de trabajo más versátil, que proporcione una mayor rapidez en los ajustes a realizar frente a cualquier cambio o imprevisto. Para esto, es recomendable seguir un método de desarrollo agile.


A grandes rasgos, podemos decir que los métodos agilistas de software consisten en la implementación de una técnica o rutina de trabajo en el que se van improvisando las formas de realizar las tareas. Así, los requisitos y soluciones van variando durante el progreso de un proyecto.


Por otro lado, en relación al marketing, vemos cómo esta metodología se implementa cada vez más como consecuencia del dinamismo del sector. Es un ámbito en constante cambio que necesita de un aprendizaje y agilidad continua.


Para ello, el agile marketing permite optimizar el tiempo y los recursos. Se trata de una metodología a través de la cual se valida tanto el target como las acciones planteadas para un cliente, invirtiendo el presupuesto de forma eficiente para conseguir una mejora en los resultados. En este ámbito, se utilizan equipos multidisciplinares para agilizar el proceso de creación e implantación de soluciones.

La metodología agile establece una dinámica en la que los miembros del equipo se ven en la obligación de adaptarse a las nuevas necesidades que van surgiendo, adoptando un proceso ágil en el que se encuentran diferentes soluciones y, por lo tanto, aumentando las probabilidades de éxito del proyecto.

Pero, ¿cómo se realiza una metodología agile?

Para seguir esta metodología de trabajo, hay que tener en cuenta las diferentes características:

  1. No se deben poner obstáculos a los requisitos cambiantes y hay que buscarles una solución.
  2. Es indispensable mantener un ritmo constante y sostenible para que los trabajadores tengan una motivación para seguir adelante.
  3. Es recomendable anteponer las comunicaciones cara a cara y realizar reuniones regularmente para saber la situación de cada trabajador en el proyecto y hacer una simplificación del trabajo.

Ahora que ya sabes en qué consiste la metodología agile, te estarás preguntando si es aconsejable seguir esta técnica de trabajo: definitivamente, sí que lo es.


Está comprobado que la gestión de proyectos a través de un desarrollo ágil aumenta la motivación y el compromiso de los trabajadores en el equipo de desarrollo de cada proyecto. Este aumento de la productividad se debe al vínculo e implicación que sienten hacia el proyecto debido a la necesidad de encontrar una solución a la situación que se les plantea.


El producto final suele tener mayor calidad y es menos costoso debido al ahorro que se produce por futuros imprevistos. Es decir, los cambios que ha de superar y realizar el equipo hacen que el producto final esté más preparado, de manera que la posterior corrección de errores será mínima. Esto provoca un menor empleo de tiempo y, por lo tanto, ahorro de la energía. Por lo tanto, la metodología agile entra en la categoría de un método de desarrollo sostenible.


Durante este proceso, es importante tener en cuenta y colaborar con el cliente de forma que, en todo momento, conozca el estado en el que se encuentra su proyecto y aumentando su implicación en el mismo. Las reuniones de planificación periódicas tanto con el equipo, como con el mismo cliente ayudan a agilizar y a avanzar en el desarrollo del proyecto de una forma mucho más efectiva.


Vivimos en un mundo en constante evolución, en el que se busca la innovación, la agilidad y la novedad. Por eso, la necesidad de implementar la metodología agile al desarrollo de proyectos en las rutinas de trabajo está a la orden del día.


A través de las técnicas que propone esta metodología, se anticipan las complicaciones y futuros cambios que pueden surgir, yendo siempre un paso por delante. Formar equipos ágiles no solo favorecerá el resultado final del proyecto, sino también sus competencias y eficiencia.