La información es el recurso más valioso del siglo, y con ella, se nos plantea un nuevo desafío: el Big Data. El reto consiste en conseguir que las personas comprendamos el valor de los datos y aprendamos a sacar provecho de su análisis.
De esta forma, en el ámbito de las organizaciones y empresas, no es la cantidad de datos lo que importa, sino qué se hace con ellos. Y es que, la información que se acumula nos ofrece lo suficiente como para obtener ideas que nos guíen hacia una mejor toma de decisiones estratégicas, operaciones eficientes, mayores ganancias y clientes más satisfechos.
Dicho esto, tenemos claro que en el mundo se reúnen cada vez más datos en formato digital, sin embargo, estos datos se nos suelen presentar de forma poco estructurada y en grandes cantidades. Por tanto, ya que resulta difícil explotarlos mediante métodos convencionales, el Big Data nos ayuda a extraer los necesarios y darles valor.
¿Qué se necesita para implementar Big Data?
Cuando hablamos de Big Data nos referimos a conjuntos de datos cuyo tamaño, complejidad y velocidad de crecimiento precisan de tecnologías y herramientas con soluciones para todos sus procesos (almacenamiento, procesamiento y análisis). Es así como la sociedad sugiere cuestiones que nunca antes se habían planteado.
Las empresas deben adaptarse a esta nueva era de hacer negocios, y el Big Data es la solución a esta necesidad. Quien recurra a herramientas predictivas, podrá adelantarse a las nuevas tendencias. Pero, ¿cómo se convierten los datos en inteligencia?
Por naturaleza, cualquier empresa genera datos desestructurados producidos por sus tecnologías modernas: webs y blogs, búsquedas en Internet, redes sociales, registros de llamadas, sensores incorporados en dispositivos y maquinaria, geolocalizaciones, etiquetas RFID (Radio Frequency Identification), reseñas online de los clientes….
Pues bien, estas fuentes de información deben combinarse con datos estructurados: relacionados con una base de datos comercial, como un ERP (Enterprise Resource Planning) o un CRM (Customer Relationship Management).
De esta forma, será esencial contar con:
Objetivos empresariales. Debemos identificar nuestro problema y buscar las vías para conseguirlo. La mayoría de las veces se perseguir reducir costes y aumentar ingresos.
Estudio previo de la tecnología y sistemas de recogida de datos. Las fuentes de datos que usemos para nuestros análisis deben ser fiables, veraces y dinámicas, con actualización continua.
Planificación de tareas/tiempos detallada. Debemos contar con un equipo técnico y uno de gestión que implemente y controle el desarrollo y asegure que lo que se está haciendo corresponde con la estrategia de la marca y los KPIs marcados.
Distribución de la información obtenida. Una vez realizado el análisis de los macrodatos, no nos servirá de nada si no se lo hacemos llegar a los responsables de cada unidad afectada. Es la única forma de poner en marcha las medidas correctoras.
Innovación, progreso y mejoras. El avance disruptivo se genera realmente en el momento en que la empresa abre su mentalidad, cambia el proceso y aplica los conocimientos adquiridos mediante un proceso integrador.
Los beneficios del Big Data en los negocios
La utilidad de los datos masivos para muchas empresas radica en el hecho de que proporcionan respuestas a muchas preguntas que ni siquiera sabían que tenían. Es una forma de establecer un punto de referencia, por lo que disponer de ello hace que las organizaciones sean capaces de identificar sus problemas de una forma más inteligente.
De esta manera, podemos decir que el Big Data aporta valor a las empresas de las siguientes formas:
- Reduce costes. Al identificar maneras más eficientes de hacer negocios, los análisis predictivos ayudan a optimizar las partes más críticas de los procesos o áreas empresariales. ¿De qué forma? Previniendo posibles errores o costes extra.
- Presenta mayor dinamismo en la toma de decisiones. Las empresas pueden analizar la información inmediatamente y tomar decisiones basadas en lo que han aprendido. El enfoque global permite garantizar un entorno seguro, escalable y de alto rendimiento.
- Detecta nuevas oportunidades. Con la capacidad de medir las necesidades y experiencias de los clientes, es más sencillo ofrecerles lo que quieren. Con el Big Data, más empresas están emprendiendo nuevos retos de negocio, ya que tienen la suficientemente información como para alinear todos sus esfuerzos hacia un objetivo claro y definido.
¿Es peligroso todo ese control global?
Con la llegada del Big Data, podemos cargar información adicional que nos ayuda a conocer si nuestros productos o servicios están funcionando bien. Y es que muchos de esos macrodatos podemos obtenerlos fuera del dominio de la empresa: un comentario en Instagram, los resultados de una campaña de marketing, datos estadísticos de terceros…
De ahí que muchos comiencen a llamar al Big Data el “nuevo petróleo”, ya que lo consideran el combustible actual que potencia los negocios. Es de esta forma como se crea un debate ético y moral: todo se controla, analiza y rentabiliza sin que tengamos realmente un control sobre su uso y finalidad.
¿Cuál será el futuro del Big Data? No lo sabemos. Lo que sí tenemos claro es que se deberá hacer un uso responsable de la información, comenzando por la cantidad y tipo de información que compartimos como personas, y el uso y almacenaje responsable y seguro que hagamos como empresas.